Hace 3 meses cumplí 83 años, y a partir de los 65, mi compañero de entre piernas fue perdiendo fuerzas, y que para ese entonces, supongo que el Sildenafil era una droga que todavía no se comercializaba como lo es hoy. Fui a un urólogo que luego de estudiarme, me recetó inyecciones de Trimix a fin de tener muy buenas erecciones. Lo que realmente funciona muy bien, salvo el pequeño trauma de inyectarse algo en nuestro más apreciado amigo. Cuando mi señora se retiró sexualmente hablando, yo volví a mis viejas prácticas masturbatorias, las que he continuado aún con más ganas y veces que cuando estaba soltero. Pero eso de inyectarme para unas buenas pajas, no era un solución para mi, porque estas me gustaban practicarlas en todos los lugares que me apetecían, y esto significaba que también lo hacía en el trabajo, mientras descansábamos después del almuerzo. Pero claro, mi amigo no se ponía como yo quería, es decir duro y firme como antes lo era. Y yo desde mi ignorancia, sin conocer mucho de la vida sexual del resto de la humanidad, supuse que ponerse algo que mejorara la erección, debía ser bueno. Y es así que empecé a ponerme al principio algo atado en la base de mi verga, y así fui probando, gomas, elásticos, anillos de plástico hechos por mi, hasta que encontré la medida justa para mis prácticas masturbatorias. Así pude aprender un par de cosas muy importantes. La primera fue que eyacular con un anillo abrazador del pene, puede provocar eyaculaciones muy dolorosas ante el obligado cierre de la uretra que impide el libre tránsito de la eyaculación. Para evitar esa dolorosa experiencia, una segunda cosa importante; Sin saber que existía, aprendí a conocer los “bordes” esto es, llegar al límite del placer masturbatorio, pero sin producir la fatal eyaculación y quedarme en la cima del placer masturbatorio caminando en el borde o cornisa del placer, pero sin caer en la peligrosa y dolorosa eyaculación. Y lo más importante de no eyacular, fue que no se me presentaba el efecto de “Refracción” que como defensa del organismo, baja totalmente el deseo sexual como un medio de proteger al organismo. Hoy puedo decir que gozo plenamente de mi verga un promedio de tres veces al día, y solo me permito eyacular una vez cada 60 bordes, solo para mantener en funcionamiento mis bolsas seminales, que ya se han acostumbrado a retener los fluidos, según yo quiera. Y no debo comentar como extraño, haber caminado por mis bordes más de siete veces en un día especialmente caliente.
Hace 3 meses cumplí 83 años, y a partir de los 65, mi compañero de entre piernas fue perdiendo fuerzas, y que para ese entonces, supongo que el Sildenafil era una droga que todavía no se comercializaba como lo es hoy. Fui a un urólogo que luego de estudiarme, me recetó inyecciones de Trimix a fin de tener muy buenas erecciones. Lo que realmente funciona muy bien, salvo el pequeño trauma de inyectarse algo en nuestro más apreciado amigo. Cuando mi señora se retiró sexualmente hablando, yo volví a mis viejas prácticas masturbatorias, las que he continuado aún con más ganas y veces que cuando estaba soltero. Pero eso de inyectarme para unas buenas pajas, no era un solución para mi, porque estas me gustaban practicarlas en todos los lugares que me apetecían, y esto significaba que también lo hacía en el trabajo, mientras descansábamos después del almuerzo. Pero claro, mi amigo no se ponía como yo quería, es decir duro y firme como antes lo era. Y yo desde mi ignorancia, sin conocer mucho de la vida sexual del resto de la humanidad, supuse que ponerse algo que mejorara la erección, debía ser bueno. Y es así que empecé a ponerme al principio algo atado en la base de mi verga, y así fui probando, gomas, elásticos, anillos de plástico hechos por mi, hasta que encontré la medida justa para mis prácticas masturbatorias. Así pude aprender un par de cosas muy importantes. La primera fue que eyacular con un anillo abrazador del pene, puede provocar eyaculaciones muy dolorosas ante el obligado cierre de la uretra que impide el libre tránsito de la eyaculación. Para evitar esa dolorosa experiencia, una segunda cosa importante; Sin saber que existía, aprendí a conocer los “bordes” esto es, llegar al límite del placer masturbatorio, pero sin producir la fatal eyaculación y quedarme en la cima del placer masturbatorio caminando en el borde o cornisa del placer, pero sin caer en la peligrosa y dolorosa eyaculación. Y lo más importante de no eyacular, fue que no se me presentaba el efecto de “Refracción” que como defensa del organismo, baja totalmente el deseo sexual como un medio de proteger al organismo. Hoy puedo decir que gozo plenamente de mi verga un promedio de tres veces al día, y solo me permito eyacular una vez cada 60 bordes, solo para mantener en funcionamiento mis bolsas seminales, que ya se han acostumbrado a retener los fluidos, según yo quiera. Y no debo comentar como extraño, haber caminado por mis bordes más de siete veces en un día especialmente caliente.